Cómo preparar en casa las plantas medicinales

Algunas plantas medicinales pueden tomarse crudas, en su entorno natural, con toda su vitalidad. Aunque no siempre es posible ya que no siempre se puede disponer de fresca. Por ello, desde la antigüedad se ha aprendido e ingeniado procedimientos para manipular las plantas medicinales, generalmente a través de su secado, y así poder utilizarlas todo el año. La infusión, la maceración y la decocción de plantas medicinales son, con toda probabilidad, la preparación más conocida por todo el mundo. La maceración es el contacto prolongado de la planta con el líquido disolvente, el agua. Tiene una especial aplicación cuando la planta contiene principios activos fácilmente solubles o cuando se trata de estructuras de fácil permeabilidad como las hojas, flores y sumidades floridas.  La proporción de disolvente es de 9 partes por 1 de planta. El tiempo de maceración, si no se indica lo contrario, es de entre 3 y 9 días, según las características de la planta. Las flores necesitan menos tiempo que las hojas y éstas menos que las raíces. Una vez finalizada la maceración, se filtra y se exprime la planta residual. La infusión y la decocción pueden considerarse como variantes de la maceración, ya que son elaboradas a una temperatura superior a la del ambiente. Para ellas se utiliza casi siempre el agua como líquido extractivo. Son sin duda las preparaciones más utilizadas. Para la infusión, la mejor forma de proceder es poner la planta en un recipiente no metálico (barro, porcelana o vidrio) y verter el agua hirviendo, a continuación tapar, dejar infundir de 10 a 15 minutos y colar. El tiempo de contacto de la planta con el agua hirviendo dependerá de la parte de la planta y del fin que se busque. En el caso de una parte dura como la raíz de regaliz sería de 15 minutos, en el caso de la flor de manzanilla tres o cinco minutos. En la decocción la temperatura de ebullición se mantiene durante un periodo variable que puede oscilar entre 15 y 30 minutos.