El peligro del verano: la deshidratación de los niños
Cuando el verano llega, la temperatura sube así como la actividad de los niños en el exterior. Es, en estos periodos, cuando los niños sudan más y, por tanto, es más importante que se mantengan bien hidratados. Esta necesidad se multiplica cuando, además, aparece una infección que produce diarreas, vómitos, fiebre o faringitis. Los niños, en verano especialmente, se olvidan de beber, juegan sin parar, su temperatura corporal se incrementa y, además, a menudo se producen infecciones que ocasionan vómitos, diarreas, fiebre o faringitis. Para combatir la deshidratación infantil es preciso recordarles que deben ingerir líquidos y sales minerales, a través de agua, sueros, limonadas caseras o frutas como la sandía. Ciertos minerales, como el sodio, el potasio y el cloro, también están involucrados en el mantenimiento de un equilibrio de líquidos saludable. Lo que nunca es recomendable en casos de gastroenteritis son las bebidas isotónicas, que utilizan los deportistas. El tipo de pérdidas que se producen con la diarrea son diferentes de las que se producen con el sudor. Las soluciones de rehidratación oral (sueros) siguen la composición que dictó ya hace muchos años la Organización Mundial de la Salud (OMS). La que suelen recomendar los pediatras son las que tienen osmolaridad reducida (con menor cantidad de glucosa y sodio). Actualmente existen diferentes marcas en el mercado que se han ido disfrazando de diferentes sabores para que resulten más atractivas para los niños. Una de ellas es NEO PEQUES SUERO+. Tomar líquidos generalmente es suficiente cuando nos enfrentamos a una deshidratación leve. Es mejor suministrar con frecuencia pequeñas cantidades de líquido, utilizando una cuchara o una jeringa. Además de este modo, será más fácil de asimilar si el niño padece vómitos. Ahora bien, aunque el niño esté completamente sano, también se debe consumir mucho líquido todos los días y más cuando el clima es caluroso o está realizando ejercicio físico. Y es que cabe recordar que el porcentaje de agua del cuerpo de los niños es mayor que el de los adultos (alrededor del 75%) y, por ello, pueden deshidratarse más rápido. Los signos de deshidratación más fáciles de detectar son: mareo, disminución de la frecuencia de la orina, boca y labios secos, inexistencia de saliva en la boca o de lágrimas al llorar. Una forma rápida de saber si existe deshidratación es pellizcar la piel, que al soltar debe volver a su sitio.
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